Acerquemonos a él

Mujer Vaso Frágil Pero Firme

Semana 1 día martes Creciendo en la oración 


Lectura
Hebreos 4:15-16

Somos una humanidad débil y muchas veces lo manifestamos; porque nos damos cuenta que
ya no podemos más, y decimos: ya no tengo esperanza, estoy perdida.
Generalmente queremos resolverlo nosotros, en nuestras fuerzas y nos olvidamos que
podemos acercarnos al Señor en oración, podemos entrar en su presencia.
Recordemos que Jesús comprende nuestras debilidades y la fuerza de las tentaciones que nos
rodean, porque Él sufrió como ningún otro la intensidad de la tentación, la lucha, la
oposición, pero no peco.
Él tiene un conocimiento pleno de nosotras y sabe que podemos desalentarnos con facilidad
y desea que nos acerquemos.
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro”
Qué bueno poder acercarnos a Su trono, al trono del Rey de reyes, a nuestro Padre, sin
temor a ser juzgadas. Pero sí en plena confianza, con un corazón sincero y sabiendo que
Dios nos escucha. Él nos dice: “¡Venid!” “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo
os haré descansar” Mat.11:28.
Necesitamos tanto de Su misericordia, y Él nos la da en medio de nuestra debilidad.
“Porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordiosos, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os
volviereis a él” 2 Crónicas 30:9b.
También el salmista lo sabía bien: “Me gozaré y alegraré en tu misericordia, porque has visto mi
aflicción; has conocido mi alma en las angustias” Salmos 31:7.
“La verdadera oración acerca el alma por el Espíritu de Dios, al trono de Dios”, me encantó esta frase
de Charles Spurgeon. Qué gran verdad; es solo a través del Espíritu Santo, el cual debe
manifestarse en todo tiempo para ayudarnos. Y también la mediación de nuestro Señor
Jesucristo es esencial para una oración verdadera, es a través de Su persona en la cruz donde
el velo fue retirado para siempre y hoy tenemos acceso al Dios vivo.
¿Queremos tener una vida victoriosa en Cristo? Pues busquemos a nuestro Sumo Sacerdote
celestial para encontrar en Él la Gracia necesaria en donde podremos superar nuestras
dificultades, tentaciones y pruebas de la vida diaria. ¡Cuán preciosa, oh Dios es tu misericordia! Por
eso los hijos de los hombres se amparan bajo las sombras de tus alas (Salmo 36:7).

Carmen Salleres

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