Hay tiempo para todo, pero ¿qué quieres lograr exactamente? El secreto es quitar del camino las cosas triviales. Y no es tarea fácil. Me encanta la vehemencia con la que habló el apóstol Pablo en Hechos 27:23: “del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo”. ¿A quién sirves?
Como mujer con una misión, empieza por considerar seriamente y en oración el valor de todo lo que haces en tu lista, y el mejor momento para hacerlo. Como madre, siempre tendrás montones de actividades, pero hasta que sopeses el valor de cada una estarás simplemente cumpliendo tareas.
Haz este cambio en tu forma de vivir el día, y te garantizo que tu agenda cambiará en gran manera. Descubrirás el propósito de Dios para los “preciosos minutos” de tu vida.
Señor, dame una visión de lo que debo llevar a cabo. Limita las tareas innecesarias para que pueda discernir lo que es importante ante tus ojos.
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