Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.
Génesis 2:18
Durante el relato de la creación, hay una frase que se repite: «Era bueno». El agua, el cielo, las plantas y los animales: el Creador mismo declaró «bueno» todo lo que hizo. Pero al observar su creación perfecta, vio que una cosa «no era buena»: el hombre estaba solo. Adán tenía una profunda necesidad de compañía. La amorosa solución de Dios fue crear una relación íntima y para toda la vida: el matrimonio. En verdad, «el que halla esposa halla algo bueno» (Proverbios 18:22)
Entre las verdades que aprendemos de la Trinidad, encontramos que
Dios, si bien es uno, mantiene una comunión constante con las tres
personas de la Deidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se disfrutan
mutuamente en perfecta compañía. Ninguno está solo nunca. Esta
comunión misteriosa también se aplica al matrimonio. Entre los esposos, Dios ofrece el compañerismo más íntimo que una persona puede
experimentar con otro individuo en la Tierra.
Cada día tienes la oportunidad y la responsabilidad de eliminar la
sensación de soledad inherente en tu cónyuge. Vivir juntos no alcanza si
permanecen distantes en lo emocional. La soledad no debería existir. El
amor construye puentes entre los corazones solitarios para transformarlos en compañeros íntimos de por vida.
EL DESAFÍO DE ESTA SEMANA
Esta semana, comprométete a priorizar unos minutos con Dios todos los días. Incluye oración y lectura de la Palabra.
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