Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
Lucas 9:23
Si algo sobresale entre los culpables de nuestro enojo, es lo siguiente:
nuestros deseos egoístas. Nos despertamos pensando en nosotros. Y si no nos desviamos de manera intencional, pasaremos el resto del día (y de la vida) satisfaciendo las exigencias egoístas de nuestros deseos carnales. Es nuestra naturaleza caída. Así obtiene su combustible el enojo.
Por esta razón, acepta la difícil tarea de evitar que tus gustos y preferencias individuales dominen tu matrimonio. Y espera que sea un trabajo a tiempo completo. Muere a tus deseos egoístas y deja que el amor viva en tu interior. Entra en cada situación con tu cónyuge (en especial, cuando una posible discusión se avecina) con una firme resolución de quitar todos tus deseos y derechos de la leña disponible. Cuando mueres a ti mismo, el enojo no puede seguir adelante por sí solo.
PROFUNDIZA
Busca Lucas 9:23-27 y estudia el difícil llamado al sacrificio personal que Jesús hace en este pasaje. Considera las consecuencias a largo plazo que menciona si no mueres a ti mismo.
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